lunes, 19 de noviembre de 2012

texto conjunto, concha



Daniel salió corriendo del invernadero, con los ojos como platos y gritando: -¡María, María ven, hay un muerto entre la paja!.
María fue corriendo donde Daniel sañalaba, y se quedó anonadada ante aquel cadáver.Era alguien que ninguno de los dos esperaba.
Daniel se fue a buscar ayuda, mientra ella se quedó observando aquel cuerpo sin vida con cara de finado, todo tieso, con una mueca extraña, no se sabe si de extrañeza o resignación.
María no sabía qué hacer. A ella le daba cierto morbo observar los ojos abiertos del muerto, las manos que se aferraban al pecho como queriendo engarfiar y sujetar el hálito que el pobre yaciente parecía tener todavía.
Pero no era así, estaba realmente muerto.
No podía soportar la mirada vacía de esos ojos que parecían escrutar el más allá.
Su mano temblorosa se acercó lentamente hacia el rostro del muerto, cerrándole suavemente los ojos. 

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